La operación de acoso y derribo a los sindicatos de clase ha dado sus frutos, y Rajoy, Aguirre o Cospedal, entre otros dirigentes del PP, han llevado a la asfixia económica a UGT y CCOO, que tratan de “reinventarse”, achicando sus estructuras y buscando la autofinanciación a través de las cuotas de sus afiliados, que a día de hoy sólo cubren el 60% de los gastos y las inversiones de las dos centrales de clase españolas.
El Partido Popular ha “dado la vuelta al calcetín” de la Transición, en la que las centrales UGT y CCOO, afines al PSOE y el PCE, respectivamente, jugaron un papel decisivo para la estabilización política del laberinto español y cargaron con la responsabilidad histórica de controlar la inflación para que la economía española pudiera salir del bache en que la había metido el tardofranquismo, pendiente más de su supervivencia que del progreso socieconómico de los españoles.
Autofinanciación
La Unión General de Trabajadores (UGT) tiene muy avanzado un plan estratégico para lograr que las estructuras confederal y territoriales de la organización se autofinancien a partir de 2014, considerando que el Partido Popular aprovechará la actual Legislatura para reducir lo máximo posible las ayudas públicas por todos los conceptos, principalmente la canalización de los planes de Formación nacionales y autonómicos, una de las fuentes de ingresos tradicionales de UGT y CCOO, que derivará al sector privado y a sus afines.
El escenario que maneja UGT a nivel confederal establece unos ingresos anuales de 120 millones de euros, provenientes del pago de cuotas de sus afiliados, aproximadamente la mitad del presupuesto que los ugetistas gestionan en la actualidad. El impacto fundamental de la medida lo sufrirá la estructura laboral de UGT, que actualmente agrupa a cerca de 4.000 empleados con diferentes tipos de figuras contractuales.
Plantilla, a la mitad
Fuentes de UGT consideran viable para la supervivencia del sindicato una estructura de poco más de 2.000 trabajadores, que seguirían vinculados a la organización mediante contratos de modalidades diferentes, adecuados al tipo de función que el empleado realiza para el sindicato.
Además de la amortización de empleos, cuya reposición ya tiende a cero en estos momentos, la UGT seguirá aplicando despidos en toda la estructura territorial y confederal a lo largo de los próximos meses hasta el ejercicio 2014, en el que –según el plan estratégico- se alcanzará el equilibrio entre ingresos por cuotas y gastos de estructura.
Regreso de los “liberados”
Asimismo, ya se están produciendo reingresos masivos de sindicalistas “liberados” a sus empresas de origen, con lo que disminuyen los gastos correspondientes a los complementos que los “liberados” perciben de UGT por su dedicación completa a tareas sindicales.
Como vienen reflejando los medios de comunicación, los despidos aplicados en las distintas estructuras de la organización están produciendo cierta conflictividad, máxime cuando el sindicato socialista está recurriendo al despido de 30 y 34 días por año trabajado, en lugar de los 45 días por año que oficialmente defiende UGT frente a los 20 días por año de la Reforma Laboral aprobada por el PP.
Además de la reestructuración de plantillas, UGT prevé a lo largo del período de ajuste prescindir de sedes y agrupar en edificios únicos las estructuras que hoy pueden estar dispersas en distintos locales.
Congreso en la sede
Incluso el próximo Congreso Ordinario, a celebrar en el primer trimestre de 2013 sufrirá los rigores del ajuste, y, por primera vez desde 1973 no se celebrará en un hotel. La sede de UGT de la Avenida de América en Madrid servirá para reunir a los delegados ugetistas, debatir la orientación política para los próximos años y elegir la nueva Comisión Ejecutiva.
Aunque las deudas contraídas con la UGT por las distintas administraciones públicas son millonarias en euros, el plan estratégico no cuenta con recuperar estas cantidades adeudadas, y centra en el incremento de afiliación y la regularización de cuotas la captación de ingresos.
“UGT va a sobrevivir”
A pesar del acoso del Partido Popular, dirigido a borrar del mapa al sindicalismo de clase en España, “UGT va a sobrevivir”, afirman en el histórico sindicato fundado por Pablo Iglesias. De hecho, los ingresos por cuotas se han mantenido constantes en estos años de crisis, y –a día de hoy- las bajas de afiliados que no pueden seguir pagando al sindicato por su situación laboral son compensadas con las nuevas afiliaciones que tienen un perfil de trabajadores y trabajadoras jóvenes, autónomos, profesionales e inmigrantes.
Una apuesta por la autofinanciación va a suponer, entre otras cosas –comentan fuentes de UGT- ganar la batalla política a una derecha obsesionada con el sindicalismo de izquierda. Señalan las mismas fuentes que la “institucionalización” de los sindicatos de clase les ha llevado en ocasiones a sentirse más responsables con la situación económica y política de España que los propios partidos políticos, singularmente el Partido Popular.
La autofinanciación puede dar lugar a una nueva etapa en la que los intereses sindicales, y –por tanto- de los trabajadores, primen por encima de cualquier otra perspectiva.
La derecha española, representada por el PP, ha desandado el camino que llevó en la Transición a la búsqueda del interés común de España por encima de intereses particulares, sectoriales o de clase. En la nueva etapa, el objetivo de UGT será el crecimiento de las afiliaciones y el fortalecimiento de la acción sindical: sin desentenderse de las políticas de Estado, centrarse en mejorar los niveles de vida y los derechos de las clases medias y trabajadoras.