Los Secretarios Generales de UGT y CCOO, Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo, respectivamente, han remitido hoy una carta al Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, adjuntándole una Declaración firmada junto a los secretarios generales de los principales sindicatos italianos, CGIL, CISL yUIL, con motivo del encuentro que celebrará el jueves, 2 de agosto, con el primer ministro italiano, Mario Monti. La Declaración pretende ser una contribución, desde las organizaciones sindicales de ambos países, al necesario debate a desarrollar en la UE en concordancia con lo que demanda la situación actual. “En un momento tan difícil como el que atraviesan ambos países, la opinión de los representantes de los trabajadores debería ser tenida en cuenta”.
Adjuntamos el texto de la Declaración conjunta:
Ante la gravísima situación económica social y política que están viviendo España, Italia y la Unión Europea, y ante la celebración, el próximo 2 de agosto en Madrid, de una reunión entre el presidente del gobierno de España, Mariano Rajoy, y el primer ministro de Italia, Mario Monti, los secretarios generales de las centrales sindicales CGIL, CISL y UIL, de Italia, y CC OO y UGT, de España, quieren transmitir a los gobiernos de ambos países, a los responsables de las instituciones europeas y a la opinión pública, la siguiente declaración:
La incapacidad y la falta de voluntad política de las instituciones europeas –Consejo, Comisión y Banco Central Europeo- para resolver la crisis de las deudas soberanas europeas, desde hace más de dos años y medio, a pesar de la amplia gama de medidas que podrían y deberían aplicar, es de una extraordinaria irresponsabilidad que alcanza cotas históricas al estar promoviendo una profunda crisis política en la Unión Europea. La Historia juzgará en los términos más críticos a quienes hoy están gobernando Europa.
Es absolutamente inadmisible que durante todo este período las finanzas públicas europeas hayan estado a merced de la acción de losespeculadores en los mercados bursátiles y de la deuda. Primero lograron la caída de Grecia, Irlanda y Portugal y, ahora, están cerca de conseguir las de España e Italia. Con ello terminarían con la moneda única y, posiblemente, con la propia UE. Ante esta situación, quienes nos gobiernan siguen sin hacer nada eficaz, existiendo políticas adecuadas para enfrentarse a ella y resolver los graves problemas de fondo.
No se puede mantener una moneda común cuando una parte de los Estados que la tienen están obligados a pagar por sus emisiones de deuda pública unas tasas de interés insostenibles, que hacen de la carga financiera la principal partida de sus presupuestos, en continuo y geométrico crecimiento, mientras que otros países se financian gratis, en la misma moneda, con tasas de interés negativas, tanto en términos reales como, incluso, nominales.
Las políticas de austeridad, recortes presupuestarios y sociales y reformas estructurales impuestas por las instituciones de la UE,desde mayo de 2010, han resultado un completo fracaso. Concebidas sólo para lograr reducir los niveles de déficit y deuda públicos de los Estados, en un corto espacio de tiempo, y recobrar así la “confianza de los mercados”, aún a costa de un enorme coste social, ni han alcanzado dichos objetivos ni ganado confianza alguna. Por el contrario, la desconfianza de los mercados en las finanzas públicas española e italiana, medida por el valor de la prima de riesgo –o spread- es hoy mucho mas alta: ¡cuatro veces más.!
Las políticas de austeridad y reformas estructurales están resultando un completo fracaso porque, como era de prever, han hundido la demanda interna promoviendo una nueva recesión y el aumento del paro hasta unos niveles también insostenibles. A lo largo de la historia ningún país ha salido de una recesión mediante la aplicación de este tipo de políticas. Por el contrario, estas políticas han agravado y prolongado las recesiones. Eso es lo que sucedió, entre otros muchos ejemplos históricos, con la crisis de 1929 que las políticas de austeridad y recortes presupuestarios transformaron en la Gran Depresión.
Las llamadas reformas estructurales, impulsadas por la UE, no son otra cosa que la aplicación de dogmas neoliberales que conllevanuna profunda erosión de derechos laborales y sociales, la reducción del Estado y un profundo ataque al dialogo social y a la negociación colectiva. El Modelo Social Europeo, una de las señas de identidad de la UE, se ha puesto en cuestión al tiempo que ha aumentado fuertemente en muchos países, en particular en España e Italia, el desempleo, la pobreza y la desigualdad. El contrato social sobre el que se edificó la UE ha sido roto.
El reforzamiento de los instrumentos de gobierno económico, como el nuevo Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza,consagran los fundamentos de la economía política más conservadora y neoliberal con una visión muy parcial de lo que es el gobierno económico. Es sólo un Tratado para el control presupuestario que implica la cesión de soberanía, en el medio principal que tienen los gobiernos para hacer política, a funcionarios de la Comisión Europea, sin control democrático alguno.. Las orientaciones para reforzar, en el futuro la Unión Económica y Monetaria, examinadas en la última Cumbre del Consejo, olvidan por completo la componente social de la construcción europea y no dicen sino vaguedades sobre la democracia política europea.
En la situación de emergencia que viven nuestras dos naciones y la UE y en nombre de los trabajadores y trabajadoras de Italia y España a quienes representamos, exigimos al primer ministro italiano, Mario Monti, y al presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, que adopten una posición común firme y decidida en defensa de los intereses de la inmensa mayoría de la población de ambos Estados y de la UE, buscando las alianzas políticas necesarias para sacarla adelante. Dicha posición debiera contener al menos:
La adopción inmediata de cuantas medidas sean necesarias para garantizar que las emisiones de deuda pública de España e Italiapuedan ser cubiertas a unas tasas de interés reducidas, que garanticen la liquidez necesaria, hoy, y la solvencia futura de nuestros Estados. Entre estas medidas debe estar la compra de deuda, por parte del BCE, en los mercados primarios o secundarios, o por parte de los fondos de estabilidad financiera, con garantía ilimitada del BCE y sin el establecimiento de condiciones que impliquen nuevos recortes presupuestarios y sociales que depriman aún más nuestras economías. Igualmente, deberían prohibirse, con carácter permanente y en todo el territorio de la UE, las operaciones especulativas a la baja –operaciones “en corto”- en los mercados bursátiles y de la deuda.
Inmediatamente después, proceder a la transformación de una parte de la deuda de los Estados de la UE en deuda europea: eurobonos garantizados por el BCE. Establecer una regulación rigurosa y unificada de las instituciones y mercados financieros. Cambiar el estatuto del BCE para que asuma funciones equivalentes a la Reserva Federal de los EE UU. Aplicar ya el impuesto a las transacciones financieras. Establecer las medidas necesarias para erradicar los paraísos fiscales y combatir decididamente el fraude fiscal a escala europea.
Adoptar con urgencia medidas que promuevan el crecimiento de la economía y la creación de empleo. Entre ellas la adopción de un plan de inversiones europeo potente (el recientemente aprobado es enormemente limitado, con apenas 10.000 millones de euros de financiación nueva). Volver a la senda del crecimiento económico se hace necesario también para reducir los niveles de déficit y deuda públicos por lo que es imprescindible prolongar los plazos para alcanzar los objetivos previstos en el Pacto de Estabilidad. Llevar a cabo políticas fiscales dirigidas, en primer lugar, a reducir la fiscalidad sobre el trabajo, y garantizar una mejor redistribución de la riqueza producida; políticas industriales que refuercen la participación sindical, con el fin de aumentar la competitividad y la cohesión social del país.
Aprobar planes especiales de ayuda para reactivar las economías de los países “rescatados” -Grecia, Irlanda y Portugal- evitando lascondiciones tan leoninas que les han sumido en una profunda depresión que hace imposible el cumplimiento de los objetivos de los planes de rescate y la recuperación de la solvencia. En estos planes, la inversión debería acompañarse de ayudas sociales destinadas a paliar los estragos causados por los brutales y contraproducentes ajustes impuestos.
Tomar de inmediato, y con acciones concretas, el camino federal de la Unión Europea que conduzca a la construcción de los EstadosUnidos de Europa. La falta de una verdadera construcción política europea que sostenga la monetaria, deficitaria por otra parte de la componente económica, ha sido la base de los problemas de legitimidad y eficacia de la acción de la UE.
Por tales razones, hoy es necesario un impulso decidido y unívoco para una Europa más integrada, en particular en el aspecto político, base de un proyecto que garantice la democracia, estabilidad y competitividad del sistema.
Los secretarios generales de las centrales sindicales italianas y españolas reafirmamos nuestro compromiso con la profundización de la construcción europea, pero rechazamos medidas excesivamente rigurosas y sin valoración de sus consecuencias sociales. Es necesario un gobierno económico de Europa –imprescindible para la zona Euro- pero este gobierno tiene que estar basado en una política fiscal común que asegure la progresividad y suficiencia fiscales tanto a nivel de los Estados miembros como de las instituciones de la UE. Y, sin embargo, la fiscalidad es lo que más se difumina en las recientes propuestas de reforzamiento de la gobernanza europea.
Queremos más gobierno económico y político de la UE, sí, pero no lo queremos si no hay más democracia, mucha más democracia en el funcionamiento de las instituciones europeas. Para que el sindicalismo español e italiano de su apoyo a los cambios jurídicos y políticos que refuercen las instituciones europeas, estos tienen que asentarse en un Nuevo Contrato Social Europeo, como el que propone la Confederación Europea de Sindicatos. Un contrato social que preserve, profundice y renueve el modelo social europeo.
Por último, subrayamos que cualquier reforma institucional tiene que hacerse con la participación de los interlocutores sociales, que representan a los agentes de la economía y el trabajo, y de toda la ciudadanía europea. Es la única forma de vencer el desprestigio y la desconfianza hacia unas instituciones que en los últimos años no han estado a la altura de la situación y no han hecho sino actuar desde el despotismo ilustrado para implementar unas políticas tan injustas como erróneas.
|
|
Información Relacionada
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Recuerda que comentar es eso.